domingo, 21 de agosto de 2011

Mi particular “Subida al Cuevita 2.011 – Artenara”

21 de agosto.

Mi primera cicloturista. Dormí unas pocas horas, bien por la siesta o bien por los nervios, de eso, mi primera ciclo.
Mario llegó sobre las 06’30 y tomamos dirección  Las Palmas. Previo a la recogida de los dorsales, un cafecito, como es habitual. Serían sobre las 7’30 y nos encontrábamos en el Auditorio los montadores de las carpas y nosotros. Me tocó el número dos y a Mario el tres. Imagino que el compañero Boro le tocó el uno.
Comenzaron a llegar con cuentagotas, las flamantes bicicletas de carretera, coloridos mallots y relucientes zapatillas.
Pronto llegaron los conocidos y comenzaron las bromas sobre mi querida y amada bicicleta “peregrina”.  Cargada con sus alforjas, tonel de agua, comida para un par de días, barritas varias, aspirinas, ect. No sé si pesaban más cuando hice el camino u hoy.
Sobre las nueve dieron el toque de llamada para la salida. Tomamos dirección a la Granja Agrícola situada en Arucas.  Observaba como la serpiente multicolor se alargaba cada vez más a la vez que escuché alguna queja de la Guardia Civil.
Mis primeras impresiones eran que se llevaba un ritmo demasiado fuerte para mi estado de forma. Conocedor de estos primeros kilómetros, sabía que no les podía seguir, así que plato pequeño y corono grande, y para arriba. En la primera cuesta ya vi como uno se quedaba. Llevaba pegada en el culo a la ambulancia y no sabía cómo decirles que tiraran para adelante, hasta que llegó el compañero César, que si bien no le conozco debe ser de la Federación o conocido en este mundillo, indicándoles que tiraran para arriba que él se quedaba conmigo. Estuvimos charlando durante un buen rato.  Cambiamos impresiones de rutas realizadas en la Península y de platos y piñones de la bicicleta. Su grata compañía duró hasta el Balcón de Zamora a pesar de indicarle en repetidas ocasiones que tirara para adelante sin ningún problema que yo llevaba mi ritmo.
Llegamos al Balcón de Zamora, el cuentakilómetros marcaba 26. Imagino que el resto de ciclista llevaban un buen rato, porque justo fue llegar  y sonar el silbado de salida. Obvio, que el avituallamiento sólo quedaba agua, chocolatinas y algún refresco, suficiente para lo que yo necesitaba, ya que en las alforjas, como dije anteriormente iba surtido. Lo siento por César que no le dio tiempo a descansar, porque con mi ritmo seguro que llegó engarrotado. Aquí le dije que no se preocupase por mí, que a partir de Zamora yo seguiría mi ritmo y que se lo comunicase a la organización. Aún no sabía si llegaría a Artenara o tiraría hacia la Cruz de Tejeda o me daría la vuelta. Pues eso, comí algo de lo que llevaba, me tomé un cortado y cuando creí conveniente seguí mi ruta y mi ritmo.
En estos 26 km en muy pocas ocasiones habíamos dejado de ascender, y la ruta continuaba subiendo. Ahora con mi ritmo y sin preocuparme de nada ni de nadie, si me apetecía paraba, miraba, me refrescaba o continuaba. Así hasta llegar al cruce donde indicaba Artenara y Tejeda. Preferí seguir para la Cruz de Tejeda, aunque en kilómetros y subidas eran más, que hacia Artenara.
En la Cruz de Tejeda estaba sobre las 14 horas, con alguna molestia muscular sin mayores consecuencias, que eso, pequeña molestia que no me impidió seguir. Si bien, le di más importancia, ya que hasta el Pozo de las Nieves eran otros buenos kilómetros subiendo.
Comí en la Cruz de Tejeda un buen bocata que llevaba de casa con un refresquito que compré. Sobre las 14.30 emprendí de nuevo mi salida, sin prisa. Poco a poco iba devorando metros. Me encontré con algún ciclista que venía de la Cuevita. Charla de cortesía y otra vez sólo. Paradas bajo los árboles y agüita fresquita, tanto en la jorra como la buche.
Y por fin, el cartel que indica Pozo de Las Nieves.  Aquí se acaban las subidas. Mirada al cuentakilómetros y marcaba 48. Quien me lo iba a decir que cuando empecé con esto algún día sería capaz de subir, aunque sea a cuestas con la bicicleta, 48 kilómetros.
Después de tomarme otro refresquito, bien fresquito, todo bajada hasta mi casa. Aunque paré en Cazadores, para tomarme el último café de la jornada. Y con una inmensa satisfacción.
Al final el cuentakilómetros marcó 74 y 5’55 horas en movimiento.
Lo dicho, gran satisfacción, de volver a coger mi bicicleta con alforjas y dar pedales. Tener como testigo sólo el asfalto, el cielo y los árboles.
Nota. Saldría pesando unos 68 kilos y al final la báscula dio 65.5.
Un abrazo.

1 comentario:

  1. Buenas amigo fernando,antes de nada felicitarte por tu intrepida y bonita aventura.Decir que he disfrutado mucho de tu relato,ya que ha sido como estar a tu lado en cada pedaleo,lo unico que siento es saber que al final has tenido que seguir solo,que por otro lado tengo que decir que no estoy conforme con eso ya que sabes que pienso yo de eso de salir solo,en rutas tan duras como la que hicistes.Desearte toda la suerte del mundo y decirte que si decides volver a repetir esa ruta o alguna parecida puedes contar conmigo estare muy orgulloso de compartir esa esperiencia a tu lado querido amigo,ya me despido de ti deseando volver a dar pedales contigo y compartir risas y por supuesto nuestro bien amado y querido café mañanero.Saludos y un fuerte abrazo de tu amigo Jesús(scorpio 7).

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