viernes, 5 de agosto de 2011

Por Telde y Vecindario

Miércoles y Jueves.

Llegó el día en que el amigo Mario tiene su bicicleta nueva. El día en el que se acabaron las expresiones, mariquita como bajáis, me duele hasta el pensamiento, en fin, numerosas expresiones que venían a decir que ganas tengo de tener una bicicleta con doble amortiguación para, como mínimo, llegar a la meta sin que me duela hasta el alma.

Y el día llegó, sólo hizo falta un poco de paciencia, un montón de e-mail enviados y mil y uno no respondidos. A veces internet no es la respuesta rápida a nuestros deseos.

Y el primer día, miércoles, salimos por Telde, desde el Parque de San Juan con destino a Carrizal. Ahora las palabras se tradujeron en, ¡que diferencia!, ¡como camina!, ¡comodísima! y otras palabras chinchosas, tales como ¡Mario no tires por ahí que se ensucia la bicicleta!, ¡Cobarde!. Palabras, que a bien seguro, le acompañarán durante algún tiempo, supongo hasta que nos acostumbremos a verlo con su nueva bicicleta o nos hartemos de decirle tonterías.

Pasamos por el Barranco de Telde, y nos dirigimos hacia Decahtlon, para ver una bomba de bicicleta. Después cogimos por el vial costero hasta llegar a Ikea y por la costa al Aeropuerto y Carrizal. Donde paramos a tomar un refresco y deleitarnos con las bromas de unos clientes con el chino.

La vuelta se hizo un poco durilla, por el viento. Pero claro, si no existiese, nos quejaríamos de la calor. Benditos vientos alíseos, que nos hace tener veranos e inviernos primaverales. De disfrutar en cualquier momento de nuestro placer, la bicicleta, aunque sea con brisa fuerte.

Ayer, Jueves, quedamos con Iruyalo, Adonis, Serini, Mario y yo. Salimos de la Karpa "Polideportivo de Vecindario". El viento soplaba fuerte, con lo que hacía presagiar una tarde durilla. Aunque cuando te invitan o quedas en esta zona para dar pedales, ya sabes que estas expuesto o mejor dicho, te encontrará con viento, viento fuerte en la mayor parte del año. Nos dirigimos a Doctoral y antes de llegar al Cruce de Aldea Blanca, tiramos por un camino en el que es frecuente encontrarte con camiones que trabajan en la machacadora, hormigonera o como se diga. Por la costa hasta Castillo del Romeral, con algunas zonas de piedras para probar la habilidad. Los parroquianos tumbados en la playa, envidia tener una casita justo, casi dentro del mar. Casas que probablemente fueron de sus bisabuelos, pescadores, en el que sacaban las redes y las dejaban en las puertas de sus casas.

De aquí llegamos casi al Aeroclub, siempre por caminos. Cruzamos la carretera, y por senderos hasta Bahía Feliz, donde continuamos hasta Sioux City. Altos del Sioux City, donde no se veía un alma.

Vuelta para Vecindario, con excelente tiempo, y siempre con la satisfacción de pasar un buen rato.

Saludos.

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