Día 23 04 2011
Día lluvioso donde los haya. Ni en invierno recuerdo haber amanecido con un día con tanta lluvia. Mensajito a Jesús diciendo que me recogiese en mi casa.
Nos dirigimos a casa de Miguel y Domingo. Allí nos estaba esperando también el hermano de Domingo un amigo suyo. Vaya pepino llevaba este último.
Camino del sur comentábamos que si íbamos a tomar churros con chocolate, ya que el tiempo no mejoraba, pero al final estuvo bien.
En el ambulatorio de Maspalomas, donde dejamos el coche se nos unió otro ciclista con otro pepino, ya eran dos. Nada más salir, Domingo y los "pepinos" ya se veía que se iban a perder y así fué.
Como comentaba en el post anterior, estaba cansado y veía que daba pedales pero no avanzaba. Bueno será que ellos van fuertes. Carretera arriba fuí con plato grande y sin gran esfuerzo, pero aún así no les daba caza. No me supuso gran esfuerzo llegar hasta la presa. Cuando llegamos Jesús me dijo que se encontraba un poco mal del estómago, le dejé un plátano para reponer fuerzas y en ese momento pensé que me lo había pegado, comencé a sentirme mal. Un tanto mareado y el estómago mal. Le eché la culpa al sandwich que comí antes de salir del ambulatorio. Tenía hambre y me lo sampé.
Domingo y cía., en la presa llevaban rato esperando con lo que unos minutos después de llegar ya estábamos en camino. Se me estaba haciendo demasiado duro con lo que empecé a recular y meter desarrollos cortos. En algunos instantes pensé en dar la vuelta.
Al malestar físico se le unió el mecánico. Los cambios empezaron a fallarme y cada vez peor.
Físcamente iba mejorando lentamente pero mecánicamente iba a peor. Al pasar por la Finca de Ventura, recuerdos al amigo que se encuentra en Huelva.
Pinchazo de Domingo y paradita, que bien me vienen.
Casi llegando a Fataga, Jesús se le cae una rulina. Menos mal que la rulina la encontramos, no así el tornillo. Le pusimos el tornillo del portabidón con una tuerca autoblocante que llevaba, y funcionó hasta el final. Llegamos a la carretera que nos conduce a Fataga y hubo que bajarse de la bicicleta, estaba rendido y creía que no iba a llegar.
Ya nos estaban esperando, domingo y cía, imagino que desde hace mucho, ya que sobre la mesa no había nada. En la entrada de Fataga hay varios bares, y pensé ¿porqué no han cogido el primero?, con lo cansado que estoy.
Al llegar pedí un Gatorade y un pastel. Que bien me vino el pastel. Hizo su función al azúcar. Mejoré físicamente un montón. El regreso se hizo pesadito, que no pesado, e incluso en algunos momento pedaleaba con fuerza.
Llegada a San Fernando, y las piernas las tenía mejor que el día anterior.
Lo dicho, día para olvidar, y no comer antes de algún esfuerzo. Habitualmente como por el camino, no antes del esfuerzo.
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