27 y 28 de agosto.
Fin de semana, dos días, horas de pedaladas, entre tráfico y la soledad en un mar de plástico.
De nuevo he vuelto a encontrar a “peregrina”.
Tiene el sabor de la fiel compañera,
ésa que le pulsas cualquier parte su cuerpo y responde suavemente.
Busca el destino como gaviotas el mar,
discurre por el asfalto acariciándolo
susurrando a las blancas líneas.
Kilómetros de pedaladas, con el único sabor amargo del “tonto del día”. Ese que te saca de tu pensamiento y horizonte.
Cuarenta y seis millas de calma, sin tensión, huido de la vida, solo, un todo, hueso y aluminio. Pasar sin ser visto, detenido por la mirada perdida de alguna ave.
Cuando la incertidumbre me invadía sobre que dirección tomar, encuentro con un gran amigo, Mario. Quillo, picha, como estás. ¿De dónde vienes y a donde vas?.
Continuamos juntos hasta la finalización del cemento apilado, donde nos despedimos no sin antes quedar hasta dentro de unas hora vía teléfono.
Continué con mis cosas, pero no con la intención de acercar -el todo- hasta la villa pesquera de Agaete, como pretendía. Lo dejamos para otro sábado. Llegué al primer avituallamiento y unas palabras con seres desconocidos, café, sandwich y la cuenta. Forma parte también del todo, claro, conciso, entendible, …, en fin, economía, del “solo–todo”.
Regreso a casa por la misma senda, por el mismo negro asfalto, guiado por blancas líneas a las que mi peregrina ha saludado en otras ocasiones.
Otro cafecito en un mar de cajas multicolores, elásticos y casilleros. Pienso que algo tiene en común la CyT con mi peregrina; recorrer, si recorrer pueblos, ciudades; llegar, si llegar a todos lados; conocer, si conocer a gente.
Llegada a mediodía, ducha y cerveza, y vuelta a ser quien soy huesos sin metal.
El domingo, eso, paseo por mar de plásticos, pero la crónica vendrá en otro momento.
Un fuerte abrazo
lunes, 29 de agosto de 2011
domingo, 21 de agosto de 2011
Mi particular “Subida al Cuevita 2.011 – Artenara”
21 de agosto.
Mi primera cicloturista. Dormí unas pocas horas, bien por la siesta o bien por los nervios, de eso, mi primera ciclo.
Mario llegó sobre las 06’30 y tomamos dirección Las Palmas. Previo a la recogida de los dorsales, un cafecito, como es habitual. Serían sobre las 7’30 y nos encontrábamos en el Auditorio los montadores de las carpas y nosotros. Me tocó el número dos y a Mario el tres. Imagino que el compañero Boro le tocó el uno.
Comenzaron a llegar con cuentagotas, las flamantes bicicletas de carretera, coloridos mallots y relucientes zapatillas.
Pronto llegaron los conocidos y comenzaron las bromas sobre mi querida y amada bicicleta “peregrina”. Cargada con sus alforjas, tonel de agua, comida para un par de días, barritas varias, aspirinas, ect. No sé si pesaban más cuando hice el camino u hoy.
Sobre las nueve dieron el toque de llamada para la salida. Tomamos dirección a la Granja Agrícola situada en Arucas. Observaba como la serpiente multicolor se alargaba cada vez más a la vez que escuché alguna queja de la Guardia Civil.
Mis primeras impresiones eran que se llevaba un ritmo demasiado fuerte para mi estado de forma. Conocedor de estos primeros kilómetros, sabía que no les podía seguir, así que plato pequeño y corono grande, y para arriba. En la primera cuesta ya vi como uno se quedaba. Llevaba pegada en el culo a la ambulancia y no sabía cómo decirles que tiraran para adelante, hasta que llegó el compañero César, que si bien no le conozco debe ser de la Federación o conocido en este mundillo, indicándoles que tiraran para arriba que él se quedaba conmigo. Estuvimos charlando durante un buen rato. Cambiamos impresiones de rutas realizadas en la Península y de platos y piñones de la bicicleta. Su grata compañía duró hasta el Balcón de Zamora a pesar de indicarle en repetidas ocasiones que tirara para adelante sin ningún problema que yo llevaba mi ritmo.
Llegamos al Balcón de Zamora, el cuentakilómetros marcaba 26. Imagino que el resto de ciclista llevaban un buen rato, porque justo fue llegar y sonar el silbado de salida. Obvio, que el avituallamiento sólo quedaba agua, chocolatinas y algún refresco, suficiente para lo que yo necesitaba, ya que en las alforjas, como dije anteriormente iba surtido. Lo siento por César que no le dio tiempo a descansar, porque con mi ritmo seguro que llegó engarrotado. Aquí le dije que no se preocupase por mí, que a partir de Zamora yo seguiría mi ritmo y que se lo comunicase a la organización. Aún no sabía si llegaría a Artenara o tiraría hacia la Cruz de Tejeda o me daría la vuelta. Pues eso, comí algo de lo que llevaba, me tomé un cortado y cuando creí conveniente seguí mi ruta y mi ritmo.
En estos 26 km en muy pocas ocasiones habíamos dejado de ascender, y la ruta continuaba subiendo. Ahora con mi ritmo y sin preocuparme de nada ni de nadie, si me apetecía paraba, miraba, me refrescaba o continuaba. Así hasta llegar al cruce donde indicaba Artenara y Tejeda. Preferí seguir para la Cruz de Tejeda, aunque en kilómetros y subidas eran más, que hacia Artenara.
En la Cruz de Tejeda estaba sobre las 14 horas, con alguna molestia muscular sin mayores consecuencias, que eso, pequeña molestia que no me impidió seguir. Si bien, le di más importancia, ya que hasta el Pozo de las Nieves eran otros buenos kilómetros subiendo.
Comí en la Cruz de Tejeda un buen bocata que llevaba de casa con un refresquito que compré. Sobre las 14.30 emprendí de nuevo mi salida, sin prisa. Poco a poco iba devorando metros. Me encontré con algún ciclista que venía de la Cuevita. Charla de cortesía y otra vez sólo. Paradas bajo los árboles y agüita fresquita, tanto en la jorra como la buche.
Y por fin, el cartel que indica Pozo de Las Nieves. Aquí se acaban las subidas. Mirada al cuentakilómetros y marcaba 48. Quien me lo iba a decir que cuando empecé con esto algún día sería capaz de subir, aunque sea a cuestas con la bicicleta, 48 kilómetros.
Después de tomarme otro refresquito, bien fresquito, todo bajada hasta mi casa. Aunque paré en Cazadores, para tomarme el último café de la jornada. Y con una inmensa satisfacción.
Al final el cuentakilómetros marcó 74 y 5’55 horas en movimiento.
Lo dicho, gran satisfacción, de volver a coger mi bicicleta con alforjas y dar pedales. Tener como testigo sólo el asfalto, el cielo y los árboles.
Nota. Saldría pesando unos 68 kilos y al final la báscula dio 65.5.
Un abrazo.viernes, 5 de agosto de 2011
Por Telde y Vecindario
Miércoles y Jueves.
Llegó el día en que el amigo Mario tiene su bicicleta nueva. El día en el que se acabaron las expresiones, mariquita como bajáis, me duele hasta el pensamiento, en fin, numerosas expresiones que venían a decir que ganas tengo de tener una bicicleta con doble amortiguación para, como mínimo, llegar a la meta sin que me duela hasta el alma.
Y el día llegó, sólo hizo falta un poco de paciencia, un montón de e-mail enviados y mil y uno no respondidos. A veces internet no es la respuesta rápida a nuestros deseos.
Y el primer día, miércoles, salimos por Telde, desde el Parque de San Juan con destino a Carrizal. Ahora las palabras se tradujeron en, ¡que diferencia!, ¡como camina!, ¡comodísima! y otras palabras chinchosas, tales como ¡Mario no tires por ahí que se ensucia la bicicleta!, ¡Cobarde!. Palabras, que a bien seguro, le acompañarán durante algún tiempo, supongo hasta que nos acostumbremos a verlo con su nueva bicicleta o nos hartemos de decirle tonterías.
Pasamos por el Barranco de Telde, y nos dirigimos hacia Decahtlon, para ver una bomba de bicicleta. Después cogimos por el vial costero hasta llegar a Ikea y por la costa al Aeropuerto y Carrizal. Donde paramos a tomar un refresco y deleitarnos con las bromas de unos clientes con el chino.
La vuelta se hizo un poco durilla, por el viento. Pero claro, si no existiese, nos quejaríamos de la calor. Benditos vientos alíseos, que nos hace tener veranos e inviernos primaverales. De disfrutar en cualquier momento de nuestro placer, la bicicleta, aunque sea con brisa fuerte.
Ayer, Jueves, quedamos con Iruyalo, Adonis, Serini, Mario y yo. Salimos de la Karpa "Polideportivo de Vecindario". El viento soplaba fuerte, con lo que hacía presagiar una tarde durilla. Aunque cuando te invitan o quedas en esta zona para dar pedales, ya sabes que estas expuesto o mejor dicho, te encontrará con viento, viento fuerte en la mayor parte del año. Nos dirigimos a Doctoral y antes de llegar al Cruce de Aldea Blanca, tiramos por un camino en el que es frecuente encontrarte con camiones que trabajan en la machacadora, hormigonera o como se diga. Por la costa hasta Castillo del Romeral, con algunas zonas de piedras para probar la habilidad. Los parroquianos tumbados en la playa, envidia tener una casita justo, casi dentro del mar. Casas que probablemente fueron de sus bisabuelos, pescadores, en el que sacaban las redes y las dejaban en las puertas de sus casas.
De aquí llegamos casi al Aeroclub, siempre por caminos. Cruzamos la carretera, y por senderos hasta Bahía Feliz, donde continuamos hasta Sioux City. Altos del Sioux City, donde no se veía un alma.
Vuelta para Vecindario, con excelente tiempo, y siempre con la satisfacción de pasar un buen rato.
Saludos.
Llegó el día en que el amigo Mario tiene su bicicleta nueva. El día en el que se acabaron las expresiones, mariquita como bajáis, me duele hasta el pensamiento, en fin, numerosas expresiones que venían a decir que ganas tengo de tener una bicicleta con doble amortiguación para, como mínimo, llegar a la meta sin que me duela hasta el alma.
Y el día llegó, sólo hizo falta un poco de paciencia, un montón de e-mail enviados y mil y uno no respondidos. A veces internet no es la respuesta rápida a nuestros deseos.
Y el primer día, miércoles, salimos por Telde, desde el Parque de San Juan con destino a Carrizal. Ahora las palabras se tradujeron en, ¡que diferencia!, ¡como camina!, ¡comodísima! y otras palabras chinchosas, tales como ¡Mario no tires por ahí que se ensucia la bicicleta!, ¡Cobarde!. Palabras, que a bien seguro, le acompañarán durante algún tiempo, supongo hasta que nos acostumbremos a verlo con su nueva bicicleta o nos hartemos de decirle tonterías.
Pasamos por el Barranco de Telde, y nos dirigimos hacia Decahtlon, para ver una bomba de bicicleta. Después cogimos por el vial costero hasta llegar a Ikea y por la costa al Aeropuerto y Carrizal. Donde paramos a tomar un refresco y deleitarnos con las bromas de unos clientes con el chino.
La vuelta se hizo un poco durilla, por el viento. Pero claro, si no existiese, nos quejaríamos de la calor. Benditos vientos alíseos, que nos hace tener veranos e inviernos primaverales. De disfrutar en cualquier momento de nuestro placer, la bicicleta, aunque sea con brisa fuerte.
Ayer, Jueves, quedamos con Iruyalo, Adonis, Serini, Mario y yo. Salimos de la Karpa "Polideportivo de Vecindario". El viento soplaba fuerte, con lo que hacía presagiar una tarde durilla. Aunque cuando te invitan o quedas en esta zona para dar pedales, ya sabes que estas expuesto o mejor dicho, te encontrará con viento, viento fuerte en la mayor parte del año. Nos dirigimos a Doctoral y antes de llegar al Cruce de Aldea Blanca, tiramos por un camino en el que es frecuente encontrarte con camiones que trabajan en la machacadora, hormigonera o como se diga. Por la costa hasta Castillo del Romeral, con algunas zonas de piedras para probar la habilidad. Los parroquianos tumbados en la playa, envidia tener una casita justo, casi dentro del mar. Casas que probablemente fueron de sus bisabuelos, pescadores, en el que sacaban las redes y las dejaban en las puertas de sus casas.
De aquí llegamos casi al Aeroclub, siempre por caminos. Cruzamos la carretera, y por senderos hasta Bahía Feliz, donde continuamos hasta Sioux City. Altos del Sioux City, donde no se veía un alma.
Vuelta para Vecindario, con excelente tiempo, y siempre con la satisfacción de pasar un buen rato.
Saludos.
El arte de saber callar
Fuente: http://giverny.lacoctelera.net/post/2008/01/07/el-arte-saber-callar
Muchas veces basta una mirada, una mirada sostenida, tus ojos sobre los ojos del otro. Adivinar el significado de los brillos. Leer el futuro inmediato más allá de la pupila. Quieres decir muchas cosas, pero aguántate las ganas, aprieta los labios. Permite que las ideas circulen sin que salgan al exterior, alarga el espacio entre las preguntas y las respuestas. Deja que los músculos se dibujen en el rostro. Espera una señal de alerta. Mantén la respiración, piensa que el otro también piensa. Analiza, espera, la economía de las palabras: Una virtud que no es exclusiva de las monjas de clausura. Un juego que practican los que saben hacerse los locos. Los que entienden que no todos los interrogantes necesitan una respuesta. Que la solución no siempre llega al abrir la boca.
¿Por qué decirlo todo? ¿Por qué no conservar en el interior una dosis de lo que se piensa? ¿Por qué no convertir en secreto algunas de las ideas que hacen su aparición sin previo aviso, al menos con la ilusión de que el tiempo las madure y las transforme en ideas más duraderas?¿Por qué no entender, de una vez, que la palabra jamás logrará ser tan rápida como el cerebro? ¿Y que no todo lo que cruza por la mente puede convertirse en palabras? Entender que también se puede hablar con el gesto. Que…el silencio a veces grita. Se guarda silencio en los hospitales, en las salas de velatorios, en los actos solemnes…Se guarda silencio por pudor, por respeto, por dolor...Se guarda silencio por el dolor que es incapaz de convertirse en llanto. Silencio cuando el llanto se agota, y agota al que llora… Habría que aprender a callar sin otro motivo que la propia voluntad.
Callar para escuchar, callar para mirar, callar para aprender. Callar para callar.
Callar, para convertir el silencio en un cómplice.
Para saber si el eco existe. Callar, porque no todo lo que nos conviene escuchar nos lo dicen al oído, con la intimidad de una confesión, con el volumen de un grito, con el acento de las grandes revelaciones. Callar, para comprender que el silencio es el antifaz de los sonidos más hermosos…
(Le silence 1911) Odilon Redon
Muchas veces basta una mirada, una mirada sostenida, tus ojos sobre los ojos del otro. Adivinar el significado de los brillos. Leer el futuro inmediato más allá de la pupila. Quieres decir muchas cosas, pero aguántate las ganas, aprieta los labios. Permite que las ideas circulen sin que salgan al exterior, alarga el espacio entre las preguntas y las respuestas. Deja que los músculos se dibujen en el rostro. Espera una señal de alerta. Mantén la respiración, piensa que el otro también piensa. Analiza, espera, la economía de las palabras: Una virtud que no es exclusiva de las monjas de clausura. Un juego que practican los que saben hacerse los locos. Los que entienden que no todos los interrogantes necesitan una respuesta. Que la solución no siempre llega al abrir la boca.
¿Por qué decirlo todo? ¿Por qué no conservar en el interior una dosis de lo que se piensa? ¿Por qué no convertir en secreto algunas de las ideas que hacen su aparición sin previo aviso, al menos con la ilusión de que el tiempo las madure y las transforme en ideas más duraderas?¿Por qué no entender, de una vez, que la palabra jamás logrará ser tan rápida como el cerebro? ¿Y que no todo lo que cruza por la mente puede convertirse en palabras? Entender que también se puede hablar con el gesto. Que…el silencio a veces grita. Se guarda silencio en los hospitales, en las salas de velatorios, en los actos solemnes…Se guarda silencio por pudor, por respeto, por dolor...Se guarda silencio por el dolor que es incapaz de convertirse en llanto. Silencio cuando el llanto se agota, y agota al que llora… Habría que aprender a callar sin otro motivo que la propia voluntad.
Callar para escuchar, callar para mirar, callar para aprender. Callar para callar.
Callar, para convertir el silencio en un cómplice.
Para saber si el eco existe. Callar, porque no todo lo que nos conviene escuchar nos lo dicen al oído, con la intimidad de una confesión, con el volumen de un grito, con el acento de las grandes revelaciones. Callar, para comprender que el silencio es el antifaz de los sonidos más hermosos…
(Le silence 1911) Odilon Redon
jueves, 4 de agosto de 2011
Pegatina Zonaciclista.com
Gracias por vuestra amabilidad. El mundo de la bicicleta crea lazos.
saludos
martes, 2 de agosto de 2011
Tubeless
Como comentaba el 15 de julio ( http://fernandocortescarmona.blogspot.com/2011/06/tubeless-ready.html ) esto funciona.
Todo este tiempo no he pinchado. El sábado pasado, después de una ruta, al llegar a casa, notaba como si la rueda delantera tuviese arenilla (ver foto). La desmonté y el líquido estaba totalmente seco, se había quedado como escamas. Al pasar la mano por el interior de la cubierta, encontré una púa clavada, confirmación de que funciona. También había notado durante las dos semanas anteriores, que tenía que inflar la rueda una vez por semana. Con lo que me puese manos a la obra.
Limpieza de "escamas", comprobación de que no hubiese ningún objeto extraño en la cubierta (púas, etc.).
Ralladura de goma, pimienta, agua y latex, mezclar y echar en la rueda.
Inflar y después de dos días inflada, todo perfecto.
Un saludo.
Todo este tiempo no he pinchado. El sábado pasado, después de una ruta, al llegar a casa, notaba como si la rueda delantera tuviese arenilla (ver foto). La desmonté y el líquido estaba totalmente seco, se había quedado como escamas. Al pasar la mano por el interior de la cubierta, encontré una púa clavada, confirmación de que funciona. También había notado durante las dos semanas anteriores, que tenía que inflar la rueda una vez por semana. Con lo que me puese manos a la obra.
Limpieza de "escamas", comprobación de que no hubiese ningún objeto extraño en la cubierta (púas, etc.).
Ralladura de goma, pimienta, agua y latex, mezclar y echar en la rueda.
Inflar y después de dos días inflada, todo perfecto.
Un saludo.
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